10.- Termina la función. Eurípides, Esquilo, tal vez Plauto... Ellos no lo sabrán, pues acaso esté muertos, pero su voz sonaba, hace sólo un instante, en boca de los actores y ahora corre, como un arroyo, en el murmullo de los espectadores, que resuena en los vomitorios. Fuera, la calle, y allí siguen rodando los comentarios, esa eterna canción de la vieja literatura.